20º Día. ROSDORF (ALEMANIA) A PRATTELN (SUIZA) 559 KM.
25 de Julio de 2012
Desayunamos en el Hotel ya que está incluido el precio en la habitación y preparamos las motos, rutina diaria, a las nueve y cuarto estamos en carretera.
Parece que la moto de Eduardo, aunque está fallando, puede
mantener una velocidad constante entre 110 y 120 km/h.
En Alemania la velocidad en autopista está fijada entre 120 y 130 km/h.
Lo curioso es que cada ciertos kilómetros te encuentras una señal que indica
“fin de prohibiciones” lo cual significa que la velocidad la dicta cada uno, y
claro, más vale que te pongas a la derecha porque el personal no vea como
empuja. Sin embargo nosotros tuvimos que aguantar nuestras ganas y seguir la
estela de la Suzuki.
Señal de fin de prohibiciones |
El viaje ya se convierte en monótono, kilómetros y más
kilómetros de autopista.
Llegamos a la frontera de Suiza, nos paran unos policías
y creemos que nos van a pedir el
pasaporte, uff, habrá que buscarlo en la maleta, pues no.
Nos dicen -“La viñeta, La viñeta, La viñeta, -¿Qué coño
viñeta?, pues toma viñetazo “40 Euracos” como peaje con vigencia de seis meses,
eso sí, le dan lo mismo cobrarlos en euros o en francos suizos. Le decimos que
nosotros entramos y salimos mañana de Suiza pero no hay compasión. Nos llevamos
de recuerdo una viñeta que hay que pegarla en la cúpula.
Llegamos a “Basel” la primera ciudad de Suiza, el tráfico es
imposible, los semáforos una ruina y hace un calor increíble, algunos perdemos
los nervios.
Después de una negativa en un hotel decidimos salir de Basel y
dirigirnos a la población siguiente, según el navegador hay un hotel de la
cadena Etap, justo lo que necesitamos.
En la entrada del hotel hay un chaval del hotel charlando
con unos clientes, sin bajarnos de la moto le preguntamos y mira por donde es
español (por lo menos de madre gallega). Tenemos habitación y de buen precio,
dejamos las motos en la puerta ya que la zona es tranquila. Nos cuenta el
gallego que aunque ha nacido en Suiza no tiene la nacionalidad ya que la ley le
obliga a comprarla y por lo visto no es nada barato.
Una ducha y salimos a cenar a un restaurante de comida americana (Kentucky Saloon). Unas
buenas costillas al grill y unas ensaladas, para redondear el día nos atendió
una chica catalana, si es que los españoles estamos dispersos por todo el
mundo.